Si se pregunta a la elite bancaria de São Paulo quién va a ganar la próxima elección presidencial brasileña, la respuesta será que sin duda alguien decidido a hacer reformas fiscales y privatizaciones. ¿Cuál es el único problema? Ese candidato aún no ha aparecido. Si bien no es una sorpresa que el sector financiero tenga ambiciosas esperanzas respecto del próximo jefe de Estado de Brasil, lo que se destaca esta vez es la confianza que parecen tener los banqueros no sólo en que en los próximos meses surgirá un candidato favorable a las empresas, sino también en que ganará la elección de octubre.
Si se equivocan, el mercado bursátil brasileño podría caer. En extensas conversaciones durante una semana a fines del mes pasado, todos los banqueros dijeron que los precios de los valores, que ahora están cerca de niveles récord, reflejan la perspectiva de que el país prolongará su recuperación el año próximo, lo que apoya la idea de un candidato de centroderecha que instrumente reformas que alienten la confianza de los inversores.
Pidieron que no se revelara su identidad en un país donde los altos ejecutivos suelen evitar hablar en público sobre dinero y política.
Ya sea que su optimismo resulte clarividente o ingenuo, hay algo que es seguro: 2018 se perfila como un punto de inflexión en la democracia de 30 años de Brasil. Han surgido candidatos de todos los sectores del espectro político que competirán en la elección del año próximo alentados por dos años de recesión y escándalo que derivaron en el juicio a la ex presidenta Dilma Rousseff y casi se llevaron también a su sucesor.
Si bien las opciones electorales pueden ser muchas, los banqueros dicen que sólo ven dos alternativas reales: ¿Los votantes seguirán apoyando las políticas izquierdistas de las últimas décadas que alimentaron un auge antes de derrumbarse en un enorme escándalo de corrupción y la peor recesión de que se tenga registro o se inclinarán a la derecha –no del todo, pero sí lo suficiente– para mantener el rumbo de reforma previsional, privatizaciones y cambios de regulación en un contexto de incipiente recuperación?
Los inversores que impulsan los bonos gubernamentales y las acciones locales parecen pensar que ya tienen la respuesta. Su entusiasmo ha contribuido a que el índice Ibovespa de referencia suba 21 por ciento este año, al tiempo que lleva a las compañías a emitir 3,5 veces más nuevas acciones que el año pasado. Las fusiones y adquisiciones han trepado 32 por ciento respecto de igual período de 2016, indican datos que reunió Bloomberg.
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